Memorias de una gallina

Memorias de una gallina

jueves, 24 de noviembre de 2011

Los laberintos de Luisa

Luisa tiene miles de sueños. Estos se hacen trizas cada vez que piensa en los peros...pero soy pobre, pero no hay plata y siempre tiene un pero.

Cuando la profesora le pregunta: ¿Por qué no hiciste tu trabajo? Ella le responde: tuve tanta tarea que no me alcanzó tiempo, pero se lo doy más ratito.

Han pasado unos meses y su mirada está pérdida. Nada le atrae, solo estar con sus amigos de turno, escaparse de clase, alejarse de todos.

La vida de Luisa es un caos. Ya no asiste al colegio. Se rumorea que se fue de casa. La verdad es un laberinto escondido en la indiferencia.

lunes, 22 de agosto de 2011

Caída interminable

Cada vez que recuerdo la pesadilla que me acompaña desde mi niñez me quedó sin aliento. Soy perseguida por diferentes personas cuyo rostro no recuerdo, lo que acrecienta mis miedos. Llegó a una esquina y cuando parece que estoy lista para huir, de repente se oye una detonación y luego caigo a un abismo, quiero aferrarme a algo y no puedo, deseo gritar y la voz no me sale. Cuando despierto siento un ligero sudor que me envuelve y me causa estremecimiento.


Muchas veces he pensado en que lo que viví esa noche no era sólo un sueño o mejor dicho pesadilla. Las imágenes, las voces aparecían nítidas como si esperasen ser contadas, como si cobrarán vida esta tarde de verano.


Me quedó sin aliento, soy perseguida por diferentes personas, mis miedos más ocultos aparecen y corro, me escondo formando zig zags inacabables. Y cuando encuentro una salida, una esperanza a este caos... repentinamente veo como voy cayendo, trato de asirme a algo, pero sigo cayendo a un interminable precipicio, quiero gritar, pedir ayuda y no puedo. la angustia me aprisiona. El sudor me baña por completo y un estremecimiento se produce en mi piel.

En ese momento despeierto, sin noción de tiempo y especio como si no reconociera si estoy viva o soy parte de un sueño.

miércoles, 17 de agosto de 2011

La espera



Y llegó el día esperado. Alfredo vestía de frac negro con una corbata azul y negro. La iglesia estaba decorada con flores blancas e iluminada para la ocasión. Los familiares alborotados y nerviosos destacaban en las primeras filas.


Pasaron muchos minutos y Carla no llegaba.

Todos los invitados empezaron a murmurar. Parientes de ambos lados, desfilaban con sus hijos de la calle a la iglesia y viceversa. Otros esperaban en las rejas impacientes como el novio. Alfredo preso del desconcierto, no paraba de mirar el reloj y se secaba el sudor que le bañaba la frente y marcaba sus arrugas. Él salía y entraba del recinto religioso, parecía un volcán en erupción. El párroco intentaba en vano apaciguar sus ánimos.


Los intentos por comunicarse a casa eran vanos. El celular le respondía: "Deje su mensaje". Alfredo estaba a punto de estallar. Ni su familia podía controlarlo.



De pronto apareció Carla, como nunca la había visto Alfredo.

Lucía un vestido color perla con encajes y su cabello adornado por flores naturales. Sonreía y saludaba coqueta a todos con la mano. Alfredo no espero que llegará hacia él , fue a su encuentro y le dijo:


-Mujer, te esperaba desde hace mucho.

Ella sin dejar de lado su coquetería y con la sonrisa a flor de labios le respondio cariñosa:


-Amor, yo he esperado hadsta el día de hoy or ti y no me quejo. Mirame ¿Acaso no he envejecido contigo?, ¿No ha valido la pena verme así?, solo me has conocido de e zapatillas y jeans, mira que ha sido un milagro dejarme maquillar y peinar ¡pobre estilista! Empezó a reír.


El rostro colérico de Alfredo se transformó a calmado. Hizo memoria y se rió con su amada. Ella le tomó la mano. Y se miraron como adolescentes enamorados.


Y luego de este intercambio de opiniones y recuerdos, Alfredo y Carla, entraron del brazo a la iglesia para formalizar su unión después de cincuenta años de vivir juntos, ser padres de cinco hijos y abuelo de doce primorosos nietos.

martes, 19 de julio de 2011

El gato misterioso

El gato negro se desliza misterioso por la sala. Luego, como espía experto, elige el esquinero para observarlo todo. De allí lanza una mirada escudriñadora al ruido inesperado.

Se abre la puerta. Esta listo. Salta y cae a los pies de su amo. Ahora ensaya un nuevo personaje: un manso y cariñoso corderito.

domingo, 20 de marzo de 2011

La otra vida

Hace mucho tiempo, en Pincha Pampa cerca a un río donde lavábamos la ropa y donde salían patos salvajes y los caballos corrían para pastear, se apareció la otra vida a mi papá. Dicen que se presentan a las personas que van solas por el camino.
Eran cinco para las doce, mi papá estaba borracho y quería salir, mi mamá le dijo:
-¿A dónde vas? Mucho sales por la noche.
-Tengo que salir le contestó papá y así borrachito se fue a la calle.
De repente, el camino se cerró y una persona gigante no le dejaba pasar.
-Bernardina, Bernardina -gritó él.
Como en ese tiempo no había luz eléctrica. Ella hizo una antorcha: cogió un palo y un trapo, que amarró fuerte y le echó kerosene. Luego, corrió hacia donde gritaba mi papá. Lo encontró echado en piso y botando espuma.

Cuando pudo hablar, le contó que se le había aparecido la otra vida.


Esta historia la escuchaba yo de niña a mi mamá, cuando mi tía nos visitaba. Ellas son del Cusco y nos contaban historias del condenado, la otra vida y el macho antiguo.

Las emociones de un año que se va