Dicen los vecinos que en la azotea escuchan ruidos extraños y que toda la culpa la tiene Nina, porque desde que se mudó la vida del edificio no es igual. Ella parece tener unos veintiocho años, le gusta hacer acrobacias, es flexible y tiene una agilidad impresionante al trepar árboles, muros y correr con los niños del vecindario. En las noches, sus ojos esmeraldas cambian de color. Ama la vida nocturna, comer pescado. Pero detesta los roedores. Tiene una obsesión por cazarlos.
El otro día puso en peligro su vida al tratar de bajar un cuculí de un techo. Sólo fue un susto.
El guardián del parque siempre la ve llegar de madrugada y aunque las vecinas la detestan, yo la quiero de verdad porque su mirada y sus movimientos me recuerdan a mi gatita Celeste.
Para ti que te gustan las historias, quieres compartir la experiencia de ingresar a un mundo mágico donde puedes ser también el protagonista, entonces puedes contar conmigo.
Memorias de una gallina

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Escribir es una de mis pasiones. Nací en Pueblo Libre, es un lugar rodeado de parques y de mucha historia, por la pandemia no podíamos sal...
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