Querida Mery: Soy el mounstro con el que jugabas de niña y del que siempre salías airosa. Te acuerdas que te aferrabas al muro para evitar caer en mis garras y que tu imaginación era tan desbordante que nuestras luchas eran interminables, pero tenías tanta energía que no te cansabas de trepar, correr y ser feliz.
Admiraba esa vitalidad que me hacía empequeñecer ante ti, me gustaba tu perseverancia para combatir el aburrimiento.
¡Qué divertida eras!
Han pasado muchos años y te veo muy cansada y triste, por eso te quiero recordar que cuando te sentías mal, recurrías a una pasión que hoy has olvidado por completo: dibujar tus muñecas recortables. Cuando no había dinero para comprarlas, tú solucionabas el problema dibujando y creando historias, viviendo, soñando e imaginando.
¿Cómo es posible que me hayas olvidado? Eres una ingrata. Nuestras grandes aventuras no pueden quedar en el pasado y no es tu culpa porque yo también me resigné y me duele.
Por eso no quiero despedirme sin decirte que te extraño amiga de la imaginación y te aconsejo que no te rindas, persigue tus sueños; crea, imagina, siente y vive como cuando eras niña.
Con afecto,
Mou
Para ti que te gustan las historias, quieres compartir la experiencia de ingresar a un mundo mágico donde puedes ser también el protagonista, entonces puedes contar conmigo.
Memorias de una gallina

Suscribirse a:
Entradas (Atom)
-
Escribir es una de mis pasiones. Nací en Pueblo Libre, es un lugar rodeado de parques y de mucha historia, por la pandemia no podíamos sal...