Memorias de una gallina

Memorias de una gallina

miércoles, 27 de enero de 2016

La sonrisa de Alicia

-Perdí mi virginidad -dijo Dino en tono orgulloso apenas ingreso al aula.
Toda la clase reía sin parar. Y es que Dino había faltado toda la semana y no había escuchado la diferencia entre ser virgen y ser casto.
Desde ese día cada vez que lo veían lo llamaban virgen y la crueldad de sus compañeros no se detuvo allí. Hacían dibujos, lo señalaban con gestos y mencionaban su nombre con malicia.
La anécdota se esparció en todo el colegio y los estudiantes de mayor grado apenas lo veían llegar, murmuraban y los de menor grado lo señalaban.
 Dino estaba tan furioso que parecía un huracán sin control. Empezó dando empujones, después puñetes y finalmente buscaba peleas. Del chico sosegado pasó a ser un estudiante explosivo y refunfuñaba a cada rato cuando le decían Dino, la virgen.

Cuando parecía que todo estaba perdido y que no recuperaría el control, un lunes después de vacaciones de mitad de año; una nueva chica de ojos claros, piel sonrosada y de amplia sonrisa apareció en el salón.

Todos quedaron en silencio. Dino alzó la mirada y esta se cruzó con ella.

Se llamaba Alicia y se sentó junto a Dino, este al comienzo simuló indiferencia; pero ella era muy conversadora y sabía tantas cosas que era imposible negarse a hablar con ella. Además, la sonrisa le fue ablandando su mal carácter. Compartían muchas aficiones como dibujar, escuchar música y se volvieron inseparables.

Al principio la huella de las burlas y la mala onda de los chicos lo  molestaban e intentaba pelearse, pero Sonia lo calmaba y le pedía que no les hiciera caso. Así poco a poco fue olvidando los malos ratos.

Ahora a Dino se le ocurrían nuevas aventuras para compartir con Alicia, quería armarse de valor , pero no sabía cuándo sería el mejor momento.

El último día de clases fue decisivo, le tomó la mano y le confesó lo que sentía. Al verlos, su felicidad parecía iluminar toda la clase, el colegio e incluso la vida de los demás compañeros.

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