La lucha había sido feroz. El bárbaro con sus hombres pasaba revisión de pérdidas, heridos y a los enemigos los remataba. Mi pueblo no pudo resistir tanta ferocidad.
Cuando lo vi tenía las barbas crecidas y el pelo ensortijado, que caía sobre su frente le daba un aspecto de semidios. Viéndolo así parecía librar otra batalla contra el viento. Alto, corpulento y de fuerza descomunal, podía levantar con un brazo a un hombre.
De repente, me observo entre los escombros, sus ojos brillaban intensos y no dejaban de mirarme. Esperaba lo peor. Pero, en ese instante me liberó y pasó su mano sobre mis cabellos, como un ave en busca de amor.
Para ti que te gustan las historias, quieres compartir la experiencia de ingresar a un mundo mágico donde puedes ser también el protagonista, entonces puedes contar conmigo.
Memorias de una gallina

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Escribir es una de mis pasiones. Nací en Pueblo Libre, es un lugar rodeado de parques y de mucha historia, por la pandemia no podíamos sal...