
SABROSA
María Mercedes Fajardo Torres
22-05-10
Aún conservo en mis manos su aroma. Siempre fue agridulce y será así, aunque ya no este conmigo.
Su textura suave y redonda, me apasiona. De pronto, suena el teléfono y me da ganas de evadir la llamada, pero es mi deber hacerlo.
Ahora todos mis sentidos le pertenecen. Su olor invade la habitación. Empiezo a tocarla, a sentir su perfume y sé que ejerce su poder sobre mí. Trato de despojarla de su ropaje. Mis manos ejercen un ritual paciente y sin preocupaciones.
Allí comienza el deleite.
La observó minucioso unos instantes y llega el momento. Tras su piel nívea, descubro una mezcla de fina acidez y dulzura de su ser, que no se comparan con nada. Por dentro es húmeda, delicada y fresca.
¡Qué blanda, pura y colorada es ante mí!
Pero todo tiene su final. Vacías están mis manos, excepto por su olor que se han impregnado de ella. Su recuerdo me hace sonreír y pensar:
¡Qué sabrosa es la naranja!
María Mercedes Fajardo Torres
22-05-10
Aún conservo en mis manos su aroma. Siempre fue agridulce y será así, aunque ya no este conmigo.
Su textura suave y redonda, me apasiona. De pronto, suena el teléfono y me da ganas de evadir la llamada, pero es mi deber hacerlo.
Ahora todos mis sentidos le pertenecen. Su olor invade la habitación. Empiezo a tocarla, a sentir su perfume y sé que ejerce su poder sobre mí. Trato de despojarla de su ropaje. Mis manos ejercen un ritual paciente y sin preocupaciones.
Allí comienza el deleite.
La observó minucioso unos instantes y llega el momento. Tras su piel nívea, descubro una mezcla de fina acidez y dulzura de su ser, que no se comparan con nada. Por dentro es húmeda, delicada y fresca.
¡Qué blanda, pura y colorada es ante mí!
Pero todo tiene su final. Vacías están mis manos, excepto por su olor que se han impregnado de ella. Su recuerdo me hace sonreír y pensar:
¡Qué sabrosa es la naranja!